dramaturgo y guionista
Julia: Me dice: “Soy la única a la que no dejan ir”. Y yo le dije: “Me da igual. No tienes edad para salir”. Yo alucino con las otras madres. O sea, que las niñas se les van de discotecas y les da igual. Y no es que salgan por la tarde, el viernes, no, es que salen por la tarde… y siguen por la noche, oye, y vuelven vete a saber a qué hora. Y ya están empezando a salir los sábados, ¿tú crees? Tía, no tiene ni doce años. Yo alucino. Ya la tengo cabreada desde lo del piercing. Tía, ¡un piercing! Que las demás se han puesto uno. ¡Y a mí qué! Que no se ve, que no se ve, que es en el ombligo. Que todas llevan uno. ¡Y a mí qué! ¿Y si las demás se tiran por un puente, tú te tiras? Y me dijo que sí. ¿Cómo voy a dejarla salir? Y las peleas que tengo con la ropa. Entre semana aún, que me lleva el uniforme del colegio, pero los fines de semana no te cuento… Dice que quiero fastidiarla, que solo pienso en fastidiarla. Que estoy contra ella. Como si esto fuera una guerra. “Que no estoy contra ti”. Aquí no hay dos bandos. Aquí solo hay sentido común. Bueno, lo que descubrí del uniforme –no te lo he dicho–…: las vi el otro día, todas allí juntitas, y ¿sabes lo que hacen? Se suben la falda del uniforme hasta aquí –cuando salen de clase–. Se la arremangan, le dan vueltas aquí en la cintura y la dejan cortita como una mini falda. Parecen las niñas esas de los mangas japoneses… Que no, que no, ya me puede venir con el cuento de que los padres de las otras son más enrollados. Pero, qué es esto. ¿Hemos perdido el norte? Nosotras no éramos así, nosotras no éramos así, ¿verdad?… ¿Cómo?… (La amiga le está diciendo “Sí” con la cabeza: “Nosotras sí éramos así”) ¿Tú de qué lado estás?
Este monólogo permite construir un personaje lleno de contradicciones desde una situación reconocible, sosteniendo la comedia en la verdad del discurso y no en el chiste fácil.
Lo que empieza como una queja sobre “las madres de hoy” termina revelando que la memoria, cuando conviene, también sabe mentir.
Costumbrista, oral y muy reconocible. El texto se construye como una conversación aparentemente espontánea, con interrupciones, repeticiones y giros propios del habla cotidiana.
Ágil, quejumbroso y humorístico, con un trasfondo de nervio y desconcierto. La comicidad nace del exceso y de la falta de perspectiva del personaje.
Medio. La dificultad está en el ritmo, la naturalidad y el control del discurso para que el personaje no se vuelva caricatura.
Actrices entre 35 y 50 años. Rango interpretativo amplio, adaptable a distintos perfiles de madre (más autoritaria, más insegura, más irónica).
El choque entre el rol de madre y el recuerdo idealizado de la propia adolescencia.
Proteger a su hija y reafirmarse como madre “responsable”, aunque para ello necesite negar aspectos de su propio pasado.
Julia no solo habla de su hija: está intentando convencerse a sí misma de que ahora todo es distinto… y más peligroso.
El monólogo busca que el espectador se reconozca en esa manera tan humana de exagerar el presente y suavizar el pasado, y se ría con cariño de ello.
¿Se puede adaptar al género masculino?
Sí, con ajustes.
Funcionaría como un retrato de paternidad desbordada y contradicción generacional. En versión masculina, el humor puede desplazarse más hacia la torpeza emocional que hacia la indignación verbal.
Posible variante
Julia habla para convencerse.
Qué cambia
El monólogo no se dirige tanto a la amiga como a sí misma. La amiga es casi una excusa.
Punto de partida interpretativo
Julia no entra enfadada, entra insegura. Ha tenido una discusión reciente con su hija y necesita reafirmarse. Cada argumento que lanza es una forma de tranquilizarse.
Qué le da esto a la actriz
Cómo se percibe desde fuera
El personaje resulta más cercano y más frágil. El público no se ríe solo de ella, sino con ella, porque entiende el miedo que hay detrás.

