Begoña: Me has dicho que no te vas a enfadar. Vale. A ver cómo te lo cuento… (piensa un poco) A ver… Vale (da con una idea). Supón que estoy en la calle intentando parar un taxi y no hay manera, y ya es tarde, y ya no quedan autobuses –no sé cómo narices voy a volver a casa–. Y supón que, cuando estoy a punto de cortarme las venas, pasa Eduardo con el coche y me ve. Me pita. Y me dice: “Ey, Begoña, sube, que te llevo a casa”. Supón que se me ha estropeado la cafetera. Y cuando estamos llegando a mi casa, se lo explico en plan drama –porque es un drama–. Y le digo: “Me dijo Susana que el otro día arreglaste una de estas, ¿verdad?”. Y le convenzo para que suba y le eche un vistazo. Supón que se pone a manipular la cafetera y, cuando está abriendo el compartimento del nosequé, a mí se me vuelca el recipiente del agua que tenía que estar sujetando pero que se me resbala –suerte que no estaba caliente, el agua–. Y supón que claro, se le moja la camisa y yo le digo que se la quite, que se la seco –y yo también me tengo que quitar la mía porque también se me ha mojado–. Y le paso un poco una toallita por el pecho para secarlo. Y también me la paso yo porque yo también me lo he mojado. Supón que, no sé cómo, empieza a hacer mucho calor y mi sujetador vuela, y sus pantalones desaparecen y acabamos allí, en el suelo de la cocina… bueno. (Se da cuenta de que su amiga se está enfadando). No, no, me has dicho que no te ibas a enfadar. Joder Susana, no. (Susana está enfada) No quiero que te enfades. A ver… Vuelvo a empezar. Supón que Eduardo no es tu marido, que estoy en la calle intentando parar un taxi…
Monólogo incómodo y singular. Su fuerza no está en el conflicto explícito, sino en la calma con la que se expone una situación moralmente explosiva. Permite mostrar verdad escénica, pensamiento en tiempo real y una forma de ingenuidad adulta poco habitual.
Sinopsis
Begoña le cuenta a su amiga que ha tenido sexo con su marido. No como confesión dramática ni como provocación, sino como un intento honesto —y torpe— de decir la verdad sin hacer daño. El monólogo se construye desde una ingenua confianza en que la sinceridad, bien formulada, puede no destruir nada.
Estilo
Naturalismo contemporáneo. Lenguaje cotidiano, argumentativo, lleno de rodeos protectores. El texto avanza como un razonamiento hablado, no como una descarga emocional.
Tono
Extrañamente sereno. Cercano. Casi didáctico. Hay tensión, pero no explosión. Una calma que resulta inquietante.
Nivel de dificultad
Medio–alto. Exige precisión: sostener una situación moralmente explosiva sin dramatizarla, sin ironía y sin pedir perdón explícito.
Edad y rango interpretativo
Funciona especialmente bien entre 30 y 50 años. Necesita una actriz capaz de transmitir madurez emocional y, a la vez, una cierta candidez.
Registros actorales que permite mostrar
Naturalidad extrema
Pensamiento en tiempo real
Control emocional en situación límite
Ingenuidad adulta
Empatía incómoda
Honestidad sin victimismo
Tipo de casting donde funciona mejor
Castings de ficción contemporánea con personajes complejos
Pruebas donde se valore naturalismo extremo y escucha interna
Audiciones para drama íntimo o drama psicológico sin explosión
Castings que busquen personajes moralmente ambiguos
Situaciones donde interese ver control emocional en conflicto
Pruebas donde se quiera detectar inteligencia emocional en escena
A quién puede ser útil
Actrices con facilidad para la contención
Intérpretes que trabajan bien el pensamiento hablado
Actrices que no necesitan “caer bien” para sostener un texto
Perfiles maduros que sepan asumir contradicciones morales
Actrices que buscan un monólogo diferente, sin golpe ni giro final
Intérpretes cómodas en zonas grises, sin juicio explícito
Tema central
La sinceridad como acto moral… y como posible error.
Temas secundarios
Lealtad mal entendida
Deseo y culpa
Autojustificación honesta
El daño no intencionado
La confianza llevada al límite
Motivación profunda del personaje
Decir la verdad y no perder a su amiga. Begoña cree sinceramente que ambas cosas son posibles.
Subtexto clave
“Si lo explico bien, no tiene por qué doler.”
Circunstancias dadas
Begoña ha tenido sexo con el marido de su amiga.
La historia es real.
Ha decidido contarla.
No quiere provocar un conflicto.
Confía en la racionalidad y el afecto de la otra.
Propuesta física
Cuerpo relajado, casi cotidiano.
Pocos gestos.
Presencia abierta.
No hay culpa corporal ni tensión evidente: eso es lo inquietante.
“Beat” o mapa emocional
Planteamiento hipotético: Abre el discurso como un ejercicio mental que busca un terreno seguro.
Construcción racional: Ordena los hechos para evitar el conflicto antes de que aparezca.
Normalización de lo ocurrido: Presenta la verdad como algo comprensible, casi asumible.
Confianza obstinada en la palabra: Cree que explicarse bien basta para no herir.
Tensión sin estallido: La calma se sostiene hasta el final, dejando la verdad dicha pero sin resolver.
Sensación para el espectador
En monólogo busca que el espectador sienta incomodidad creciente. La sorpresa no está en lo que se cuenta, sino en cómo se cuenta.
¿Se puede adaptar al género masculino?
Sí, puede adaptarse sin perder su eficacia.
¿Qué habría que modificar?
Cambiar nombres y roles: Begoña → Benjamín; Susana → Santiago; Eduardo → Elena (o mantener nombres si no es relevante).
Ajustar pronombres y pequeñas referencias (“sujetador” → “camiseta interior”, o mantener la situación con humor).
¿Cómo funcionaría interpretado por un actor?
De la misma manera.
¿Variaciones?
Si interpretamos que Begoña quiere realmente que Susana deje a su marido, el monólogo adquiere una lectura mucho más interesante:
La exageración deja de ser solo torpeza: se convierte en manipulación disfrazada de inocencia.
Lo cómico se vuelve más oscuro, con sonrisas tensas, pausas calculadas y una ligera satisfacción al imaginar la reacción de Susana.
La cadena de absurdos no sería fruto de los nervios, sino de un juego perverso: provocar deliberadamente a la amiga para empujarla al límite.
El subtexto se vuelve: “Quiero que te enfades. Quiero que descubras lo peor. Quiero que te rompas”.
La actriz podría incluir miradas fugaces de satisfacción entre los nervios fingidos.
El final puede tener un matiz de “dulce victoria” contenida.
Esta variación añade profundidad dramática y permite mostrar doble capa: la comedia externa y la intención oscura interna.
Preguntas frecuentes:
(responde Marc Egea)
¿Hay que pagar algo para utilizar este monólogo?
No.
¿Hay que pedir permiso para usar este monólogo?
No hace falta. Puedes utilizar cualquier monólogo para casting sin pedir ningún permiso.
¿Estos monólogos breves sólo pueden utilizarse en castings?
También puedes usarlos en tu videobook y/o subirlos a internet, o emplearlos como herramienta para tu entrenamiento actoral, lo que tú quieras.
¿Tengo que hacer constar la autoría del monólogo si subo un video a internet?
No hace falta, pero se agradecerá si lo haces. También puedes poner un enlace a la web, si quieres.
¿Cómo puedo saber cuándo escribes nuevos monólogos?
Aviso en Instagram cada vez que publico un nuevo monólogo para casting.