dramaturgo y guionista
Teresa: (Interrumpiendo) Un momento, un momento, un momento… Cuando te digo «¿Qué tal el fin de semana?» No te estoy diciendo «¿Qué tal el fin de semana?», ni «¿Lo pasaste bien este fin de semana?» y aún menos «¿Qué hiciste este fin de semana?» No te equivoques. Lo que te estoy diciendo es: “Te voy a contar mi fin de semana con todo lujo de detalles y tú me vas a escuchar tanto si te apetece como si no”, así que, por favor, contesta rápido y escueto a mi pregunta retórica de cortesía porque tengo muchas cosas que explicar y nos quedan sólo diecinueve minutos de desayuno. ¿Has entendido? –Sí– Has entendido. Ah, no, come, come, no hace falta que hables. Mira, ya hablo yo. Te cuento. El fin de semana, genial: Le hicimos una despedida a Samantha. Fuimos a cenar un grupito del trabajo, una especie de fiesta sorpresa. Luego te señalo quienes fuimos porque si te digo los nombres te vas a quedar igual. Samantha es la chica que estaba antes con nosotros. Se ha pedido una baja por maternidad, pero sin maternidad. Una especie de baja temporal por depresión, pero no-temporal, sino permanente: Vamos, que se ha ido. Por lo visto, colapsó. Eso dijo. (Confidente, en voz baja) Discurso típico para que no te quiten el finiquito. Es que si te vas voluntariamente, no ves ni un céntimo; pero si es por una cuestión médica… La tía hasta presentó papeles, se lo curró muy bien…
Bueno, a lo que iba. Que nos presentamos en su casa. Ella no sabía nada. Ni su marido. Tenías que haber visto que cara puso… Fue en plan despedida de soltera. La sacamos por la fuerza y nos la llevamos de fiesta. La emborrachamos. Qué divertido fue. Ya sabes qué hace una cuarentona cuando la emborrachas: que dice unas tonteríaaaaas… Dijo que a ella el trabajo le gustaba mucho y estaba deprimida por haberse tenido que ir.
El alcohol es muy malo, niña. El trabajo es una mierda, ya lo irás viendo. Uh…, aún me da vueltas la cabeza. Es que bebimos mucho. Mario terminó con un sombrero de cowboy en la cabeza. Irene acabó descalza y con una carrera en las medias. Chema y Jose, subiéndose a una farola. Sandra, Bea y yo, cantando “Over the rainbow” a todo trapo –vaya panorama–, y Samantha diciendo que yo era una harpía y no me soportaba ni me había soportado nunca…
Estuvo muuuuy bien. Aquí hay muy buena onda, ya lo verás.
Importante: Samantha dejó el trabajo porque acabó harta de Teresa. La sustituta de Samantha va a descubrir ahora en qué clase sitio se ha metido. Teresa realmente es una harpía, pero aún no lo sabe –o no quiere saberlo–. El interés de este monólogo está ahí: en mostrar una Teresa disparatadamente tóxica pero, al mismo tiempo, tan ingenua como para no darse cuenta de que la gente no la soporta.
Monólogo útil para lucir personalidad cómica: permite interpretar a un personaje encantado de sí mismo que, sin querer, revela la toxicidad que emana. Es breve, afilado y adecuado para demostrar habilidad para construir una figura poderosa y ridícula a la vez.
Teresa presume con orgullo de su “fantástica” despedida a Samantha… sin entender que la humilló, la espantó del trabajo y que nadie la soporta. Humor, autoparodia involuntaria y toxicidad vestida de entusiasmo.
Estilo verbal, atropellado, invasivo, propio de alguien que habla demasiado y escucha poco. Se apoya en la ironía involuntaria, la exageración, el desparpajo y la ausencia total de autoconsciencia. El monólogo es una catarata de palabras en la que la protagonista “ocupa el espacio” de forma opresiva.
Exuberante, mandón, indiscreto, egocéntrico, eufórico y tóxico.
Debajo del tono alegre hay un poso de acidez y crueldad inconsciente.
Medio–alto: Requiere rapidez, ritmo, dominio del subtexto, capacidad de mostrar “dos niveles” (la alegría superficial y la agresividad soterrada), además de un manejo preciso de la comedia verbal.
Funciona especialmente bien para actrices entre 30 y 50 años, pero puede adaptarse a interpretes más jóvenes si encajan en el arquetipo de “compañera insufrible”.
La toxicidad disfrazada de compañerismo.
Teresa necesita afirmar su posición de poder y alimentar la imagen de que es divertida, necesaria y querida por todos. Además, busca validar sus propias acciones para no tener que admitir que ella es la causa del sufrimiento ajeno.
“Soy fantástica, soy el alma del grupo… no quiero ver que soy insoportable y la gente huye de mí.”
El monólogo busca que el espectador simpatice inicialmente y se incomode después, al ir descubriendo la crueldad normalizada que se esconde tras el discurso de Teresa.
¿Se puede adaptar al género masculino?
Sí, puede adaptarse perfectamente.

