dramaturgo y guionista
Jesús: Te cuento algo. Una vez, un amigo me dio un consejo: «En una cita, elige el vino más caro que puedas pagar» -oye, qué buena idea-. Y eso es lo que hice con Dominique Penicaud, la hija del cónsul de Bélgica, una chica guapísima, muy culta, de familia muy bien. Quedamos. La cita salió genial. Y empezamos a salir. «Château Greysac»… «Laurent-Perrier Cuvée»… «Chassagne Montrachet»… «Louis Jadot Meursault»… Pero, sabes: El vino más caro que puedas pagar… lo puedes pagar una noche, dos, tres… Duramos un mes. (confesando) No soy rico, no soy culto, no soy guapo. ¿Cómo soy? Lo irás viendo, si quieres. (al camarero, confirmando) Sí, sí, vino de la casa, por favor. (A ella) Te gusta el vino de la casa, ¿verdad?…
Indicaciones:
Monólogo ligero. Para actores que quieran mostrar naturalidad, cercanía, gracia y/o una pizca de humor. Ciertamente, ella no necesitará muchas citas para descubrir cómo es él: lo está viendo ahora.
Variaciones:.
La enumeración de vinos puede hacerse de varias maneras, según el efecto que se quiera lograr: pueden enumerarse de manera nostálgica (reviviendo con amor cada noche que pasó con la chica); pueden enumerarse con miedo (recordando el dineral que le costó cada botella), puede empezarse de una manera y terminar de la otra. En estos dos últimos casos, no obstante, yo suprimiría la palabra «Pero» y dejaría un solitario «¿Sabes?»