dramaturgo y guionista
Los trabajadores de una empresa celebran que les acaba de tocar la lotería. Juan Carlos ha dejado la fiesta y ha entrado en el despacho del jefe. Tras intercambiar unas palabras, Juan Carlos se sincera.
JUAN CARLOS: …No, no tiene mérito, se lo habría dicho la semana pasada si me lo hubiera preguntado, señor, o hace una hora. ¿Le ha gustado oírlo? Se lo repito: No imagino un director mejor para esta empresa que usted. Para mí, nada cambia. Qué pasa, los otros… no han sido tan amables… (Mira por la ventana interior del despacho) Qué cambio. Natalia… pensaba que no se hablaba con nadie y, mírela, no calla; Romero, que no sonríe nunca… vaya carcajadas; y García, subido encima de la mesa, el tío… Y sólo hace una hora estaban todos con la vista pegada al teclado, como siempre…
¿Por qué este cambio? (Piensa) No es el alcohol. Están brindando con sidra -sí, con sidra, compré sidra, es lo único que había en la tienda-. Y me da a mí que tampoco es el premio, se lo digo yo, no es el premio. ¿Por qué este cambio, entonces? ¿O será que no han cambiado y solo están exteriorizando lo que llevan dentro, lo que siempre han llevado dentro? Es eso, sí… ¿Puedo hacerle una pregunta, señor -ya que parece que hoy todo el mundo se sincera-? ¿Qué le duele más, las cosas que les está oyendo decir de usted o que no le ofrecieran comprar ningún décimo de la lotería? No me conteste.
(Mira el reloj) Son las doce y aún no hemos hecho los pedidos de extranjero, ni las entradas de almacén, y falta pasar los albaranes… No, no, no, no tranquilo, ya me ocupo yo, no se levante. Nadie se va a ir de la empresa.
Verá como los convenzo. Parece que soy el único que sabe que no están bebiendo champán. Y supongo que tendré que ser yo quien les diga que… no les ha tocado la lotería. Qué despiste, verdad. ¿No lo sabía? No le miento, soy el encargado de la lotería este mes. Y… se me olvidó ir a comprarla. En fin… que nada cambia. Siempre he pensado que usted eran un buen jefe, el mejor jefe posible. ¿Quiere un poco de sidra, señor?
Indicaciones:
La maniobra de Juan Carlos es realmente ruin: Ha cometido un error grave y, en lugar de subsanarlo, aprovecha para sacar ventaja de él. Lo más honrado en este caso habría sido contar a sus compañeros que olvidó comprar los boletos de lotería para que detengan rápidamente esa injustificada celebración. Pero, en lugar de eso, deja a sus compañeros que celebren y va al despacho del jefe para mostrarle a éste cómo se están burlando de él. La consecuencia lógica es que el jefe, cuando todo se aclare, penalice a los trabajadores y premie de algún modo a Juan Carlos.
Se trata de que Juan Carlos no parezca todo lo cínico que es. Pero sí un poco. Juan Carlos se muestra triste y decepcionado por las sucias burlas de sus compañeros hacia el jefe (sentimientos que debe de estar experimentando el jefe justo en ese momento) pero un poco alegre porque, gracias al error, el jefe va a poder tomar las medidas correctoras y justas que debía haber tomado hace tiempo (sentimiento que experimentará el jefe a partir de ese momento). Juan Carlos trabaja la empatía. Actúa como consuelo, como apoyo y, en última instancia, como guía emocional del jefe. Así que se muestra cercano y comprensivo con el jefe; y distanciado de los otros empleados.