dramaturgo y guionista
Diana: Oh, muy bien, ¿y esto me lo dices como cirujano o como hermano? Como cirujano, no creo: digo yo que no vas sugiriendo a todos tus clientes que eviten operarse -mal negocio-. Déjame que piense… Voy a pensar un voz alta: hace seis meses hubo reducción de plantilla en el trabajo y me echaron; con Javier ya no hay boda, lo pillé con otra, ya no hay Javier; la casa estaba a su nombre, así que tuve que marcharme yo, y lo único que pude encontrar de un día para otro fue un antro cochambroso en el extrarradio -sigo buscando-; por cierto, con Javier desaparecieron la mayoría de mis amistades -quién lo iba a decir-; el mes pasado me detectaron diabetes, maravillosa noticia; la semana pasada aparqué mal el coche y se lo llevó la grúa, aún no he ido a buscarlo; porque me paso los días enviando currículums, asistiendo a entrevistas de trabajo y tratando de encontrar un apartamento decente donde vivir, todo eso sin poder comer ya un maldito donut. ¿Qué te parece? ¿Sorprendido? Ah, la última: he descubierto que necesito seis meses para poder ver a mi hermano -y si lo consigo es porque se me ocurre la triquiñuela de pedir cita en su clínica estética para informarme sobre una operación de nariz-. Dices que si me opero esta nariz tan mía dejaré de ser yo… (suspira, segura). Oh sí, por favor, opere, doctor.
Indicaciones:
Este monólogo cómico tiene bastante de drama. La exposición es graciosa, el fondo es triste. Es una cuestión de carácter. Una persona con distinto carácter quizá habría roto a llorar, o le hubiera lanzado duros reproches a su hermano. Diana tiene un carácter divertido: esa clase que carácter que a veces disimula auténticos dramas. Éste es el estallido de Diana. A su manera. Con la única persona que le queda.
Variación:
Si se olvida lo dicho en el párrafo anterior y se opta por una Diana frágil, el monólogo se convierte en cien por cien dramático.