dramaturgo y guionista
Cris y Laura son dos amigas que van, todas las noches, a tomar una cerveza al mismo bar. Cris está loca por el camarero.
LAURA: No es que se fije mucho, es que ayer llevabas el pelo moreno y hoy lo llevas rubio, pero rubio rubio… Y ha dicho: “Vaya cambio”. No ha dicho que le gustara. Vamos, lo correcto, de buena educación. Seguro que, por lo menos, doscientas personas te han dicho lo mismo, hoy, y ¿qué va a ser, que están todas coladas por ti? Nada, olvídalo, tía. No se fija en ti, es que le ha venido perfecto para hacer el comentario… porque siempre hace un comentario, ¿te has fijado? Siempre -sobre el tiempo, sobre las noticias, sobre cualquier cosa-, siempre dice algo: “Hola, ¿dos cañas?”… y pum, el comentario. Sobre todo a principio de semana, si te fijas. En fin de semana va más de culo, con el bar lleno, y no está para muchos comentarios, pero los lunes, los martes…: “El día cada vez es más corto, eh”, “Ya va refrescando”… “Vaya cambio”… No, no se fija mucho en ti, cariño; vamos, lo normal, no especialmente. Sólo intenta ser correcto. Cuando habla con los clientes -¿te has fijado?- pone como una media sonrisa, así (pone una media sonrisa) en plan correcto, para ser correcto. Es una postura porque, si te fijas, cuando viene algún amigo suyo, cuando ha venido algún amigo suyo, le cambia la cara, se le ve de otra manera, como más suelto, sonríe, pero de otra manera, se le marcan aquí dos holluelos pequeñitos –eh que sí-, está más mono, ¿lo has visto? (se da cuenta de que la amiga le está clavando una mirada interrogante) ¿No te has fijado?