dramaturgo y guionista
ELSA: O sea, que tú le dices que tienes una contractura en la espalda y él te empieza masajeando la espalda pero a los diez minutos sus dedos se van por los lados y acaba masajeándote esta parte de aquí donde empieza el pecho, que luego acerca sus labios a tu nuca y dice que lo hace para aplicar calor, que no deja de repetirte lo guapa que eres y te acaba proponiendo ir a su casa para hacerte un masaje en una camilla especial que tiene allí… Chica, yo creo que no hay duda. Y, mira, te diré algo: hace un tiempo, tú me vienes con esto y te hubiera dicho: “¡Pero qué haces tía, te has vuelto loca, que estás casada y él también!” Ahora, en cambio te digo: “¡A-de-lan-te!”. No vayas a pensar que no estoy bien con Jorge. Soy feliz: Jorge me quiere mucho, adoro a mis dos hijos y todo es maravilloso. Sólo que a veces voy un poco estresada: los niños, el trabajo, el inglés, el gimnasio, la casa, el baloncesto de los niños, mis padres, mis suegros… Me gusta mucho mi vida, soy muy feliz, pero esto empezando a tener un poco de estrés y creo que me está afectando al sueño, a veces tengo como mareos, creo que se me agarrotan los músculos, que se me hacen como contracturas en la espalda. Voy a necesitar que me descontracturen…
Indicaciones:
La protagonista de este monólogo, Elsa, es una mujer muy tradicional. Es la clase de persona que siempre desaprobará una infidelidad de una amiga. Pero algo ha cambiado. Esta vez su amiga, le ha contado -con mucho tacto- que se está dejando llevar por las insinuaciones de su fisioterapeuta y Elsa no sólo no se lo ha reprochado sino que la ha animado a experimentar.
¿Por qué? Porque algo está pasando en el matrimonio de elsa -y en su vida- que la ha hecho ver la opción de la infidelidad como apetecible. Contrariamente a lo que ha predicado durante mucho tiempo, el matrimonio de Elsa ya no es maravilloso. De hecho, lleva un tiempo cuesta abajo, lastrado por la rutina y la falta de atención. Y se lo quiere confesar a gritos a su amiga. Pero no puede porque siempre fue una ferviente defensora del matrimonio y la fidelidad. Pero acaba haciéndolo veladamente. O no tan veladamente.
El monólogo tiene un tono distendido, incluso cómico. A la propia Elsa le interesa desdramatizar la situación, banalizarla.