dramaturgo y guionista
Rocco es un traficante de poca monta que está hablando con un cliente descontento por el cambio de condiciones que le acaba de proponer.
ROCCO: ¿Denunciarme a la policía? Parece que no has entendido cómo va esto. ¿Ves a Teresa? Mi secretaria, la rubia. Desde hace unos días lleva unos cuernos que no pasa por las puertas. ¿Tú se los notas? No, verdad. Su chico se la acaba de pegar con otro. ¿Sabes Tino Marco, el futbolista? Ése es su chico. Sí, el de la bailarina. Hay que joderse, verdad. Enciendes la tele y no haces más que ver a la mujer de Tino Marco en todas partes poniendo a parir al futbolista de los cojones porque se la acaba de pegar con una bailarina de estriptis, y la pobre Teresa que llevaba cinco años follándose al tío en secreto… a joderse y mantener la boquita cerrada… porque si se quejara quedaría como una gilipollas. Y te juro que se ha cabreado tanto como la lerda de la mujer del tocapelotas ese.
Es lo que hay. Si me denuncias, imbécil, yo iré al trullo, cierto, pero tú irás delante de mí con honores de gilipollas, y los gilipollas no son muy bien recibidos en el trullo, créeme, lo he visto. Qué, ¿lo tomas o lo dejas? Veinte cajas, cinco mil dosis del tipo «B». Del tipo «B». Del «A», olvídate. Ya no existe para ti.
Mira. (Le señala a Teresa) Mira a Teresa. ¿La ves triste? ¿Tiene cara de estar triste? Yo la veo bien, hasta la veo contenta. Tiene las mejillas rosadas. Al día siguiente de salir publicada la noticia del imbecil del futbolista, Teresa se empezaba a follar a otro. Y no le ha ido mal. No te dejes engañar por las etiquetas. «B» no es menos que «A». Es diferente. ¿Y quién dice que no sea mejor? (Le llaman. Es Teresa)
(A Teresa) ¿Dime? Sí, ve tirando, Teresa. Yo termino de cerrar un trato con este caballero y enseguida estoy allí. (Sonrisa de Don Juan)
(A su cliente) ¿Veinte cajas?