dramaturgo y guionista

“Para los osados, la imaginación es la antesala de la realidad.”
Don Miguel, QUIJOTEANDO
En una cafetería cualquiera, Dulce —una joven que sueña con ser actriz— recibe una visita inesperada: ¡Miguel de Cervantes en persona! A partir de ese encuentro mágico, humor, emoción e imaginación se mezclan para revivir algunas de las escenas más memorables del Quijote… como nunca antes se han visto.
Divertida, inspiradora y llena de corazón, Quijoteando es una obra que hace reír, soñar y recordar que todos llevamos un pequeño Don Quijote dentro. Si buscas una experiencia teatral fresca, luminosa y sorprendente, ésta es tu obra.
Quijoteando cuenta el encuentro inesperado entre Dulce, una camarera que sueña con ser actriz, y Miguel de Cervantes, quien aparece en su cafetería para ayudarle, entre humor e imaginación, a recuperar la confianza y luchar por su sueño.
Esta obra es un acercamiento teatral a la novela “Don Quijote de La Mancha”, de Miguel de Cervantes, para un público infantil y juvenil. Su propósito es acercar a los más jóvenes este clásico de la literatura universal de una forma entretenida y original. Con esta obra, los espectadores revivirán algunos de los episodios más relevantes de “El Quijote” y descubrirán la vertiente más humana de su autor, Miguel de Cervantes.
Es una obra para sólo dos actores: un actor (que interpreta a Miguel de Cervantes) y una actriz (que interpreta a la joven Dulce). Ambos personajes, durante la obra, recrean, a su vez, a varios personajes de «El Quijote».
1. Porque traduce el espíritu del Quijote a un lenguaje actual
La obra no exige conocer el texto de Cervantes: lo explica, lo juega y lo reinventa, de forma que un público joven entiende el sentido de las aventuras sin sentirse perdido.
2. Porque presenta personajes cercanos
Dulce es una protagonista con la que muchos jóvenes pueden identificarse: tiene dudas, sueños y miedos muy actuales. Eso facilita el acceso al universo cervantino de manera emocional.
3. Porque hace del Quijote algo divertido y vivo
Las escenas recreadas del Quijote son humorísticas y dinámicas. El público juvenil conecta mejor con un clásico cuando lo ve convertido en juego, acción y comedia.
4. Porque evita la solemnidad
La obra no se presenta como “deber cultural”, sino como una historia entretenida. Esto es clave para que los jóvenes se acerquen a los clásicos sin rechazo.
5. Porque introduce valores universales
Perseverar, creer en uno mismo, imaginar, soñar… Son mensajes muy potentes para audiencias infantiles y juveniles, y están en línea directa con el espíritu de la novela original.
6. Porque tiene un formato muy accesible
Escenografía sencilla, humor directo, escenas breves y ritmo ágil: elementos ideales para mantener la atención del público joven.
Disponible para todos los países, excepto España (licencia para España, ya concedida).
Cuando Cervantes visita el siglo XXI
Un recordatorio luminoso de que todos llevamos un pequeño Don Quijote dentro
Quijoteando es una obra fresca, ingeniosa y profundamente humana que demuestra que los clásicos no solo siguen vivos, sino que laten con fuerza en pleno siglo XXI. Marc Egea crea un diálogo imposible —y a la vez perfectamente natural— entre Miguel de Cervantes y Dulce, una joven camarera que sueña con convertirse en actriz. El resultado es una pieza teatral que combina humor, ternura, reflexión y un gran cariño hacia Don Quijote de la Mancha.
La acción transcurre en una cafetería moderna, escenario cotidiano que contrasta con la aparición sorpresiva del mismísimo Cervantes. Este choque entre tiempos —el Siglo de Oro y la era de los smoothies, las IAs y los castings masivos— genera algunos de los momentos más divertidos de la obra, pero también abre espacio para un encuentro íntimo entre dos personas separadas por cuatro siglos y unidas por lo mismo: la pasión por crear.
A medida que la conversación avanza, la obra se convierte en un viaje emocional. Cervantes, con su sabiduría irónica, actúa como mentor de Dulce, que ha perdido la confianza en su talento. La guía a través de episodios del Quijote —recreados con humor y mucha imaginación— para que descubra que ella también es capaz de “quijotear”, es decir, de enfrentarse al mundo con valentía y convencimiento.
La pieza brilla especialmente cuando Dulce, casi sin darse cuenta, revela su verdadero potencial artístico: su voz, su interpretación, su entrega. Es un momento emocionante que transforma la obra en una celebración del teatro, de la creatividad y del acto de atreverse.
Quijoteando funciona a varios niveles: como homenaje al Quijote, como comedia contemporánea y como relato inspirador sobre perseguir los propios sueños. Su mayor fuerza radica en la cercanía y simpatía de sus personajes, que conectan con el público desde el primer momento. Es una obra que invita a sonreír, a imaginar y, sobre todo, a no rendirse.
En definitiva, Quijoteando es un recordatorio luminoso de que todos llevamos un pequeño Don Quijote dentro, esperando el momento de salir al escenario.
Un diálogo imposible —y a la vez perfectamente natural— entre Miguel de Cervantes y Dulce
Sueños, humor y valentía
Quijoteando es una propuesta teatral que sorprende por su sencillez bien pensada y por la manera en que actualiza el universo cervantino sin perder su esencia. Marc Egea imagina un encuentro improbable: una camarera agobiada por el trabajo y por sus propias inseguridades, y un visitante misterioso que parece ser Miguel de Cervantes. A partir de ahí, la obra se mueve entre la comedia ligera y la reflexión sobre los sueños personales.
La puesta en escena no necesita grandes artificios para funcionar. La cafetería moderna sirve como espacio donde se cruzan dos mundos: el pragmatismo del presente y el idealismo del pasado. Esa mezcla genera un contraste divertido: Cervantes no entiende los menús veganos ni las inteligencias artificiales, pero sí comprende —más que nadie— lo que significa luchar contra la mala suerte y no rendirse.
Dulce, la protagonista, encarna la duda que acompaña a muchos artistas: ¿soy lo bastante buena? ¿vale la pena seguir intentándolo? Su relación con Cervantes se convierte en un intercambio lleno de humor, ternura y pequeñas revelaciones. Él le recuerda que el camino del arte nunca ha sido fácil y que los ideales, cuando son auténticos, justifican todos los esfuerzos.
Uno de los puntos fuertes de la obra es cómo utiliza episodios del Quijote—representados con imaginación y guiños cómicos—para hablar de la valentía en la vida cotidiana. No se trata solo de recrear escenas famosas, sino de mostrar cómo la literatura puede ser un impulso para quienes se sienten perdidos.
El mensaje final es esperanzador sin caer en lo cursi: Dulce descubre que tiene talento y que su sueño merece ser perseguido. Quijoteando nos recuerda que, para avanzar, a veces basta con que alguien nos ayude a mirar nuestra propia historia desde otro ángulo.
En suma, una obra ligera, entretenida y con una calidez especial que conecta tanto con quienes conocen bien el Quijote como con quienes solo buscan un buen rato y una chispa de inspiración.
Un deslumbrante homenaje que enamora al público
El espectáculo que te recuerda por qué amamos el teatro
Hay obras que entretienen, otras que emocionan… y luego está Quijoteando, una verdadera joya teatral que ilumina el escenario con una energía contagiosa. Marc Egea Pujol logra un pequeño milagro: tomar el espíritu del Quijote, trasladarlo a una cafetería del siglo XXI y convertirlo en una experiencia cómica, inspiradora y absolutamente entrañable.
Desde el minuto uno, la obra atrapa. Dulce, la joven camarera que sueña con ser actriz, conquista al público con su mezcla de vulnerabilidad y determinación. Pero el gran giro llega con la aparición de Miguel de Cervantes, un personaje que irrumpe en la trama con tanta naturalidad y carisma que uno casi olvidaría que es una figura histórica. Su química con Dulce es inmediata y explosiva: cada diálogo entre ellos es un chispazo de humor, ternura y humanidad.
Egea demuestra una inteligencia teatral excepcional al recrear escenas icónicas del Quijote con imaginación desbordante y una comicidad irresistible. La aventura del león, el Bálsamo de Fierabrás, los frailes… cada episodio aparece reinterpretado con un ingenio que arranca carcajadas y, al mismo tiempo, conecta emocionalmente con los ideales del original. La obra es un homenaje respetuoso, sí, pero también es una celebración viva, divertida y profundamente contemporánea del espíritu quijotesco.
El ritmo es vibrante: no decae, no se dispersa, no se detiene. Todo fluye con la precisión y la alegría de un montaje muy bien pensado. El momento culminante —cuando Dulce revela un talento que ni ella misma sabía que tenía— es pura magia teatral. Uno de esos instantes en los que el público contiene el aliento y siente que está presenciando algo especial.
Quijoteando no es solo recomendable: es imprescindible. Una obra que deja al espectador sonriendo, conmovido y con ganas de salir al mundo a perseguir sus propios molinos. Un triunfo rotundo de sensibilidad, humor y amor por el teatro.
Cuando la imaginación transforma lo cotidiano
Una obra moderna que dialoga con Cervantes para reflexionar sobre los sueños, la vocación y la fuerza de la imaginación
Quijoteando es una propuesta teatral que sorprende por su sencillez bien pensada y por la manera en que actualiza el universo cervantino sin perder su esencia. Marc Egea imagina un encuentro improbable: una camarera agobiada por el trabajo y por sus propias inseguridades, y un visitante misterioso que parece ser Miguel de Cervantes. A partir de allí, la obra se mueve entre la comedia ligera y la reflexión sobre los sueños personales.
La puesta en escena no necesita grandes artificios para funcionar. La cafetería moderna sirve como espacio donde se cruzan dos mundos: el pragmatismo del presente y el idealismo del pasado. Esa mezcla genera un contraste divertido: Cervantes no entiende los menús veganos ni las inteligencias artificiales, pero sí comprende—más que nadie—lo que significa luchar contra la mala suerte y no rendirse.
Dulce, la protagonista, encarna la duda que acompaña a muchos artistas: ¿soy lo bastante buena? ¿vale la pena seguir intentándolo? Su relación con Cervantes se convierte en un intercambio lleno de humor, ternura y pequeñas revelaciones. Él le recuerda que el camino del arte nunca ha sido fácil y que los ideales, cuando son auténticos, justifican todos los esfuerzos.
Uno de los puntos fuertes de la obra es cómo utiliza episodios del Quijote—representados con imaginación y guiños cómicos—para hablar de la valentía en la vida cotidiana. No se trata solo de recrear escenas famosas, sino de mostrar cómo la literatura puede ser un impulso para quienes se sienten perdidos.
El mensaje final es esperanzador sin caer en lo cursi: Dulce descubre que tiene talento y que su sueño merece ser perseguido. Quijoteando nos recuerda que, para avanzar, a veces basta con que alguien nos ayude a mirar nuestra propia historia desde otro ángulo.
En suma, una obra ligera, entretenida y con una calidez especial que conecta tanto con quienes conocen bien el Quijote como con quienes solo buscan un buen rato y una chispa de inspiración.

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