dramaturgo y guionista
¿Cómo empezar a escribir teatro? ¿Qué hacer si la hoja en blanco te intimida?
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De entrada, no te desanimes. La primera vez que yo me propuse escribir una obra de teatro… abandoné sin llegar a acabar la primera página.
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Luego, por circunstancias de la vida (ingresé en un grupo de teatro -y más tarde fundé el mi propio grupo-), me vi en la necesidad de realizar dos tareas que, sin darme cuenta, me empezaron a formar como dramaturgo. Y, para cuando volví a enfrentarme a la hoja en blanco, escribí mi primera obra del tirón. ¿Qué tareas fueron esas?
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1. TRADUCIR teatro.
En mi caso, tuve que traducir obras ajenas del inglés al español. Y lo cierto es que, cuando traduces, en realidad, estás re-escribiendo una obra de principio a fin. Y eso te acostumbra a culminar con éxito esa tarea tan intimidante: escribir una obra de principio a fin. Además, traducir es una labor lenta, muy lenta. Y eso te permite descubrir detalles de la narrativa que normalmente pasan desapercibidos.
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2. ADAPTAR teatro.
También tuve que tomar obras ajenas y ajustarlas a las particulares necesidades/limitaciones de mi grupo teatral de turno (necesidades/limitaciones de elenco, de posibilidades escenográficas, de duración, etc). Es decir: reducir o ampliar elencos, eliminar o modificar localizaciones, acortar o alargar escenas… Y aquí ya no estás reescribiendo la obra de otro, sino que estás empezando a escribir material propio, aunque sea parcialmente. Te enfrenta al hecho de tomar decisiones estructurales.
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Estrictamente, cuando se traduce o se adapta una obra se debe ser fiel al original. Pero ahora sugiero esto como ejercicio. Así pues, en estas circunstancias, si pruebas a traducir o adaptar teatro y te sientes creativo, aléjate del original.